Buenas prácticas ambientales en la industria alimentaria
Por primera vez desde que la humanidad habita el planeta, nunca hubo una cantidad de alimentos disponibles tan grande como en este momento. Sin embargo, frente al desperdicio de los países más ricos, en algunos países aún hay personas que no tienen un plato de comida. De esta manera, este problema merece una profundización en la relación entre el desarrollo de la producción alimenticia y medio ambiente: el sector agropecuario y la industria necesitan adaptar sus procesos para que se consiga la producción sin la contaminación del suelo, aire y agua.
Para conseguir una cadena de suministro alimenticio que respete al medio ambiente y permita resguardar los recursos de los que se depende de una explotación no sustentable, es necesario que todas las entidades que intervienen en esta cadena colaboren para alcanzar un resultado común. Por eso, ya se ha comenzado a hablar de buenas prácticas ambientales diseí±adas para el sector de alimentos, de forma que cada actor, desde el productor primario, pasando por la industria de transformación, la distribución, las fases de venta mayorista y minorista hasta el consumidor final, sepa tomar decisiones informadas para mejorar el desempeí±o ambiental y marcar la diferencia. Se trata de alternativas relativamente simples, que se pueden desplegar, sin necesidad de grandes cambios o inversiones y deben su éxito a la simplicidad de implementación.
Se deberían adoptar soluciones que puedan impactar en la cantidad de desechos producidos. La reducción de los mismos se plantea por la combinación de dos elementos: la correcta gestión de los residuos que no son posibles evitar y la búsqueda de soluciones que reduzcan el desperdicio.
A nivel de producción, el asunto se vuelve más complejo, porque las actividades y las exigencias se diferencian mucho, al igual que las medidas para alcanzar las buenas prácticas ambientales que son varias y personalizadas. Lo que ocurre, al planear estos cambios, esta vez más complejos e intrusivos, se puede resumir en un análisis que tiene en cuenta varios puntos: es necesario que la empresa averigí¼e las opciones que el mercado ofrece a nivel de suministros. Cada ingreso de recursos, sean las semillas para el agricultor o la carne para la industria de embutidos, los envases o los productos de limpieza, tiene que ser analizado por su impacto ambiental. Esto es sumamente importante para algunos productos, como por ejemplo los fertilizantes, donde diversas opciones pueden conllevar desempeí±os ambientales muy distintos. Claramente, la misma empresa tiene que averiguar primero lo que verdaderamente necesita para prevenir el desperdicio, y eso tiene que ver con otro punto, probablemente más relevante, la gestión operativa. La investigación de tecnologías innovadoras y más eficientes es seguramente algo que enriquece a todos, pero ese es otro tema.
En relación con las buenas prácticas ambientales, la mayoría de los procesos de producción se pueden realizar de manera no invasiva, tratando de mejorar la eficiencia económica y ambiental a través del correcto mantenimiento de la maquinaria, por ejemplo, que permite alargar su vida útil; o también el cuidado de la materia prima, para que no se derroche. La capacitación de la mano de obra es esencial en este sentido, ya que es la que con sus acciones puede prevenir mucho daí±o ambiental. Asimismo las medidas ya tratadas para las áreas administrativas también se pueden adaptar a las plantas de producción. Un ejemplo muy banal puede ser el hábito de dejar luces prendidas por la noche alrededor de las instalaciones industriales, o el de ignorar las pérdidas más chicas de los tubos, que rápidamente alcanzan cantidades alucinantes.
La complejidad de los procesos productivos hace difícil hablar en detalle de posibles medidas, pero para este fin ya están disponibles dos estándares internacionales: ISO 14.001 y ISO 14.031, que tratan de establecer de manera más detallada las opciones que tienen las firmas y los niveles mínimos para alcanzar un reconocimiento de sus esfuerzos. De esta manera, se puede conocer cuáles son las empresas que se comprometen a cumplir con los requisitos y tomar una decisión informada. Además, proporcionan una herramienta para construir una mejor imagen de la empresa en un mercado alimenticio más competitivo.
Al final de este viaje, la cadena de suministro alimenticio llega a los consumidores, que también tienen parte de responsabilidad. Claramente, se puede tratar de seleccionar sólo empresas que cumplan con los estándares pero eso tiene sus limitaciones: limita mucho en lo que podemos elegir y no es tan eficaz. Como esas prácticas se desarrollan alrededor de los procesos industriales, tratando de reducir las externalizaciones de las producciones, no alcanzan a cancelar las diferencias enormes en el impacto ambiental que tienen los alimentos. Diversos productos impactan al medio ambiente de forma muy distinta, aunque posean un aporte nutritivo similar. Si se considera por ejemplo la emisión de CO2 por 100g de proteínas en el alimento acabado éste es lo que se ve:
Alimentos como los huevos, las lentejas o la carne de pollo llevan un aporte proteico proporcionalmente elevado, comparado con la cantidad de CO2 que emiten sus producciones. Por otro lado, la carne o la leche de vaca vuelcan a la atmósfera mucho más gas de efecto invernadero por el mismo aporte. Esto deja a los consumidores con la conciencia de que las decisiones personales siguen marcando la diferencia, aunque las empresas desplieguen medidas para reducir su impacto ambiental.
El proyecto “Empleos verdes locales: el rol de las Organizaciones de la Sociedad Civil como articuladoras de procesos de transición justa hacia una economía verde†es financiado por el “Programa Temático Organizaciones de la Sociedad Civil - Argentina 2020†de la Unión Europea, y ejecutado por la RAMCC como responsable del proyecto y la Cámara de Comercio Italiana de Rosario, In Situ y Wageningen University & Research como socios.
Bibliografía:
írea de Mejora Ambiental de la Unidad de Investigación Alimentaria de AZTI-Tecnalia (2005). Buenas prácticas ambientales en la industria alimentaria. AZTI-Tecnaliahttps://www.azti.es/productos/guia-buenas-practicas-ambientales-en-la-industria-alimentaria/
Seroka-Stolka, O., & Jelonek, D. (2013). Environmental awareness and the best environmental practices in SME of the food industry in the Częstochowa Region. Visegrad Journal on Bioeconomy and Sustainable DevelopmentDOI: 10.2478/vjbsd-2013-0006
Imagen extraída de:
Sitio web, Eufic. Disponible en: https://www.eufic.org/es/que-contienen-los-alimentos/articulo/que-son-las-proteinas-y-cual-es-su-funcion-en-el-cuerpo#ref10
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